Primero fue un lugar donde guardar los instrumentos, que limpiando un poco se hizo sala de ensayo y ¿por que no? los ensayos abiertos se transformaron en recitales cada fin de semana. Es cultura punk del gran Buenos Aires. Sucia, desafinada, arrebatada, feroz en la defensa de su identidad frente al poder del mercado, que impone reglas, cobra impuestos y dicta clausuras. El cumpleaños número siete del salón gestionado por Muni, el cantante de Emociones perdidas, el último puntero del punk, como me gusta molestarlo. Hace tiempo que Muni avisa que es el último año. Mientras, tocan bandas de todas las ciudades, a precios populares, con una modesta convocatoria que va de boca en boca, y vienen desde Chile, Uruguay, México, hasta tocaron bandas francesas y rusas en Grand Bourg. La cultura es, no se manufactura para vender y comprar, germina en los corazones y se contagia por el aire. Si el Municomio cerrara hoy, mañana se abriría otro antro similar, porque ya habrá quien decida que una bandera tan bonita no merece dejar de agitar sus verdades.
Leonardo Rodriguez
editorial Madreselva
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